Next Logroño, más amable

Los fondos europeos post-pandemia ayudan a consolidar un modelo de ciudad que equilibra su espacio público ofreciendo mayor importancia a la movilidad sostenible


Logroño y su programa Calles Abiertas da un paso más hacia adelante y logra financiar importantes avances en el paisaje urbano de la ciudad. Los fondos Next Generation, además de ayudar a la economía a través de la inversión pública, contribuirán a seguir la estela que marcó la capital riojana en los últimos años: convertirse en un interesante ejemplo de tratamiento del espacio público y en un tiempo récord. 

El plan derivado de los NG supondrá una inversión de casi 10 millones de euros, que se destinarán básicamente a convertir en definitivas una serie de obras que habían sido objeto de proyectos tácticos durante la pandemia, como la calles Fundición o Sagasta, del famoso plan Calles Abiertas, que tanta expectación generó por su magnitud hace dos años y que recibió el Premio Nacional de Movilidad en el año 2021. 

Las obras se inscriben en un proyecto de ciudad que no sólo afecta a la movilidad. La capital riojana quiere convertirse en un espacio seguro y sostenible, además de ser un referente de gestión verde en otros ámbitos como el tratamiento de residuos, la gestión de zonas verdes urbanas y naturales, y la conexión productiva entre el ámbito urbano y el rural con el horizonte en una producción alimentaria de proximidad. 

Pero si por algo es reconocida ya Logroño es por el esfuerzo que realizó en tiempos de la pandemia por recuperar su espacio público y regenerar numerosos espacios urbanos, incorporándolos a su tradición peatonal, una costumbre muy común en ciudades de este tamaño, en las que convive un gran hábito de caminar con el de utilizar el coche para muchos desplazamientos cortos para los que no sería necesario. 

«Mesurada, equilibrada, densa»

Esa impronta caminable es de la que habla su alcalde, Pablo Hermoso, cuando describe su ciudad como “mesurada, equilibrada, densa; una ciudad donde se vive bien, como reconoce su ciudadanía”, en la que es necesario combinar los nuevos horizontes verdes y digitales con la economía de los cuidados, una de las claves de las ciudades que iniciaron el actual proceso de cambio. 

“Ciudades pensadas para el peatón, que reducen decididamente la presencia de coches, municipios que avanzan hacia conceptos que tienen que ver con la felicidad pública”, dice el regidor al hablar de la gestión urbana de los últimos años. Y relaciona el momento con el proceso de cambio generacional: “las personas más jóvenes nos están diciendo a gritos que de cómo dejemos todo esto dependerá su futuro”. 

Un proceso al que no es ajeno el concejal de desarrollo sostenible, Jaime Caballero, artífice del plan Calles Abiertas, que habla de la política municipal de este período: “Una decisión de ampliar espacios peatonales, mejorar la infraestructura ciclista, crear carriles bus para ofrecer un servicio más adecuado y crear la ciudad 30 más allá del límite teórico de la velocidad: haciéndola posible.

Ideas que ya aparecen en el Plan de Movilidad Urbana Sostenible de 2013, pero que dormían el sueño de los justos, como ocurre con muchísimos documentos de ese tipo. Gracias a la pandemia reactivaron los planes y aprovecharon el momento para rescatar sus recomendaciones hacia una ciudad mejor. 

Preparando las ZBE

Era el momento de activar supermanzanas, generar reformas y ensamblar proyectos para ir preparándose para obligaciones como las llamadas Zonas de Bajas Emisiones, a las que están obligadas todas las ciudades mayores de 50.000 habitantes. “Necesitamos reducir la intensidad del tráfico motorizado”, dice Caballero haciéndose eco del margen de mejora que todavía tienen la ciudad para conseguir objetivos de descarbonización, sostenibilidad y resiliencia, objetivos que adquieren un valor especial en la perspectiva de una nueva crisis energética derivada de la conflictividad en el este de Europa. 

Los Next Generation incidirán de forma muy notable en el paisaje urbano. Por ejemplo, los más de 2 millones de euros a invertir en el eje ciclista este-oeste, que ayudará a equilibrar el reparto entre la movilidad motorizada y la natural, creando un circuito específico para bicis en calles de cierta presión. La iniciativa es posible gracias a la eliminación de algún carril de circulación y se complementa con la ampliación del espacio peatonal en algún tramo. También se mejora la seguridad vial gracias a la mejora de 43 pasos peatonales. Entre los carriles y los ciclocarriles, la ciudad ofrece unos 40 km de espacios seguros para las bicis. 

Pacificaciones, plataformas de coexistencia

Otra de las grandes acciones es pacificar Madre de Dios, un barrio que ya ensayó el urbanismo táctico. También se pacificará el área de San José con intervenciones de calmado de tráfico, así como la calle República Argentina. Dos de las reformas más trascendentes serán las que tendrán lugar en las calles Fundición y Sagasta, en las que se creará una plataforma de coexistencia para favorecer la prioridad peatonal, tal como se hizo al peatonalizar la calle Guardia Civil. 

Un potente programa de mejora de la accesibilidad, creación de pasos peatonales y ampliación de aceras que modificará las condiciones de seguridad e inclusión en numerosas calles de la ciudad y se complementarán con otros capítulos dedicados a las mejoras puntuales en itinerarios peatonales. Otras acciones contempladas en los planes Next se refieren a una red de aparcamientos seguros para bicis y otras conexiones ciclistas y peatonales relacionadas con la zona industrial. 

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