Moisés Velasco: “La mejor campaña de comunicación es el buen diseño urbano”

Velasco preside la Asociación Gaditana de Peatones La Zancada.   


Moisés Velasco creó la asociación peatonal La Zancada, la Asociación Gaditana de Peatones, que nació para que el peatón fuese el amo de esa preciosa ciudad andaluza. Esta entrevista es la respuesta a un cuestionario entre las personas que participaron como ponentes en el Congreso de Cádiz de la Red. A cada interlocutor se le pidieron respuestas breves.

¿Cómo definirías en una frase el estado de caminabilidad de nuestras ciudades?

Pasitos de hormigas, tendencia al autobombo, y calzadas para gigantes. 

Pidiendo por favor a la gente que camine, ¿crees que caminará más?

El político y el técnico no están en sus puestos para rogar que se ande. Su tarea es crear las condiciones para que la gente lo haga. Si diseñas la ciudad para que se circule y aparque rápido en coche, tendrás una ciudad llena de automovilistas; si tus prioridades son distintas y diseñas la ciudad para que se camine o se vaya en bici, tendrás una ciudad con mucha gente que anda y va en bici. La mejor campaña de comunicación, es el buen diseño urbano. Creer que estamos ante un problema de conciencia ciudadana es una excusa para eludir pasar a la acción.  

¿Qué te dice la palabra “sostenible”?

A fuerza de repetirla, pierde su fuerza. Insostenible significa que no se puede sujetar, que cae. Un sistema urbano en el que el que el 70% del espacio público está destinado a circular y aparcar, es un sistema en el que importan poco los efectos de las emisiones de CO2, en el que importa poco la salud, en el que importa poco la vida ciudadana. A fin de cuentas, a nadie interesa un sistema insostenible. En la sostenibilidad está la oportunidad: ecológica, social, económica y ciudadana.    

Evitar la contaminación, atmosférica o acústica, es sólo una razón más: por eso el coche eléctrico no es la solución”

¿Estamos enamorados de nuestros coches?

Muchos responsables políticos piensan que sí, y por eso temen entrometerse en la supuesta relación amorosa, pero lo cierto es que la mayor parte de la población urbana no tiene coche, que la revolución tecnológica permite desarrollar modelos de uso que no requieren de la propiedad, y que la mayor parte de los que usan el coche a diario se desharían de él alegremente si el transporte público fuera más rápido, cómodo y barato, o si si las condiciones materiales para caminar o ir en bici en la ciudad mejoraran. Era amor tóxico: ya lo hemos descubierto. Puede que solo queden adictos.   

¿Crees que volveremos a ver niños y niñas jugando masivamente en las calles?

Los espacios ganados para los ciudadanos no pueden convertirse en restaurantes al aire libre: si ganamos espacio para los peatones y lo privatizamos con terrazas, niños y niñas seguirán sin poder jugar, sin poder considerar suyas las calles y las plazas. Los espacios públicos tienen que llenarse de mobiliario para la estancia: bancos, fuentes, arbolado y buenos acabados. La calle no es solo para desplazarse de un punto a otro, también es un lugar para estar: hay que aspirar a que nuestro espacio público tenga igual o mayor calidad que nuestros espacios privados. 

Parece que debemos acabar con la invasión de coches en las ciudades ¿Sólo por una razón de lucha contra la contaminación?

No sólo es un tema de contaminación. Cuando nos atrevemos a quitar espacio de circulación y estacionamiento al coche, súbitamente se produce el  milagro: descubrimos que hay espacio de sobra para vías ciclistas, que hay espacio de sobra para tranvías o plataformas reservadas de transporte público, que se pueden crear más zonas verdes, que se pueden ampliar generosamente los acerados y diseñar más espacios peatonales, que se pueden resolver sin dificultad los problemas de accesibilidad, que se pueden dinamizar económicamente los barrios en base al comercio de proximidad. Evitar la contaminación, atmosférica o acústica, es sólo una razón más: por eso el coche eléctrico no es la solución.  

“A nadie interesa un sistema insostenible. En la sostenibilidad está la oportunidad: ecológica, social, económica y ciudadana”

Haz una llamada a la valentía de los alcaldes para reducir el tráfico a motor 

Cambiar la ciudad restando espacio al coche es el reto urbanístico de nuestro tiempo. La sociedad está sobradamente preparada para acelerar el proceso: un alcalde inteligente sabe que ir a favor de la tendencia es lo políticamente rentable. Un par de ideas: hay que trabajar entendiendo la ciudad en su integridad, devolviendo la escala humana no solo a los cascos históricos, que es lo fácil, sino también al resto de los barrios; y para que el camino sea más fácil, nada como colaborar con las ciudades colindantes, planificando la reducción en el uso del coche también a nivel metropolitano.  

 

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