Carlos Moreno: cronourbanismo para gestionar el territorio

La emergencia climática y el Covid han sido grandes potenciadores del cambio urbano, según el profesor de la Sorbona


La combinación del factor climático con el coronavirus dieron un enorme empujón “dramático pero positivo” al proceso de cambio urbano que el mundo necesitaba.

Fue una de las ideas que puso sobre la mesa Carlos Moreno, el profesor de la Sorbona que popularizó durante los últimos años el concepto de Ciudad de los 15 minutos y que saltó a la escena internacional al convertirse en asesor e inspirador de Anne Hidalgo durante las últimas elecciones municipales parisinas.

Moreno participó en la segunda sesión de la Facultad Ágora de la Diputación de Pontevedra, en la que compartió cartel con Isabela Velázquez, Rubén Lois y Valerio González, una iniciativa pedagógica gestionada por la Red de Ciudades que Caminan.

Una propuesta que obtuvo el apoyo mayoritario de la ciudadanía y que convirtió a París en una de las capitales que abanderan el cambio urbano, con propuestas rupturistas en una gran ciudad como eliminar tráficos a motor de paso y lugares de aparcamiento o promover las movilidades alternativas como caminar o la bici. Y otros cambios de gran calado, contenidos en las teorías de Moreno, y que darán mucho que hablar en los próximos tiempos sobre cómo organizar la vida de una gran ciudad.

Territorio de media hora

El profesor Moreno hizo una precisión previa: “La densidad urbana influye en nuestro concepto, pero no lo anula. Lo que es la ciudad de los 15 minutos para lugares densos, es el territorio de media hora para espacios dispersos como las Rías Baixas”. A partir de ese momento, comenzó a referirse a su teoría como la ciudad de cercanías o el territorio de media hora. “Conceptos gemelos que buscan una territorialidad feliz”.

Un rápido repaso a las condiciones del planeta y las sucesivas ediciones de las Cumbes del Clima le llevó a la conclusión de que es absolutamente necesaria una hoja de ruta para “construir un nuevo modo de vida en las ciudades, para combatir por el clima, lo que nos llevará a salir de la vieja movilidad obligada, a otra movilidad más elegida”.

Nueva narrativa urbana

Moreno dijo que la lucha local, el compromiso de la gobernanza local es la pieza clave para “conquistar una nueva narrativa urbana que lo mida todo en tiempos de proximidad para llegar a una movilidad baja en carbono”. La máxima expresión de los viejos tiempos de la movilidad fue lo que denominó “autosolismo” o el paradigma del coche ocupado únicamente por una persona.

Luchar contra el actual modelo supone trabajar fundamentalmente en 6 ámbitos: el lugar de residencia, el de trabajo, el modo y lugar de abastecernos, la forma de cuidarnos y los espacios del ocio y la cultura. “Por supuesto no se trata de tener un museo del Louvre en cada barrio, sino de rodear el hábitat de una profusión de servicios necesarios”. Por ello hay que conocer el territorio palmo a palmo para trabajar sobre lo que representa el “potencial de separación máxima” y darle un valor urbanístico y territorial humanista.

Retrató de forma muy realista el actual sistema de vida “¿Queremos seguir viviendo en una ciudad deshumanizada, llena de coches, ir a comprar sólo a centros comerciales alejados, sin acceso fácil a la cultura, sin conocer a tus vecinos, con transportes a los que es difícil acceder? Eso es una ciudad insostenible”.

El cronourbanismo

El reto es conquistar una nueva vida urbana inspirada en tres ideas. La primera consiste en organizar el “cronourbanismo” para acabar con la situación actual que nos obliga a ir siempre rápido, donde el tiempo es un factor económico que nos hace “perder mucha vida”.

La “cronotopía” consiste en modificar los usos de las cosas para acabar con el esquema de “un lugar, un uso”. “Hay que imaginar nuevos usos para equipamientos o lugares que puedan ser más útiles a más personas y acabar con el urbanismo de un solo uso”, refiriéndose por ejemplo a colegios que fuera del horario lectivo pueden convertirse en espacios para la cultura o el encuentro intergeneracional.

Una tercera dimensión la denominó “topofilia” o amor al lugar, que relacionó con el civismo, la limpieza pública y la minoración de la violencia: “el apego a los lugares, el orgullo del territorio es el camino adecuado para una alta calidad de vida social”.

Recuperar el tiempo

Se recuperará así el sentido del tiempo, “que había desaparecido comido por la productividad y el consumo, por un ritmo infernal y anónimo”, se convertirá en tiempo cronológico, en tiempo para la creatividad y la innovación, y en tiempo espiritual.

Haciendo de la tragedia virtud, citó al Covid como la oportunidad que hemos tenido para “abrir ventanas a otra manera de vivir, de cuidarnos, de trabajar… esta situación nos ha demostrado que otro modo de vida es posible, y la ciudad de los 15 minutos o el territorio de la media hora son una oportunidad de reivindicar la proximidad de servicios en la ciudad diversa y multicultural”. En una ciudad en la que vivir, trabajar, comprar, cuidarnos, cultivarnos como personas y disfrutar del tiempo.

La tecnología nos ayudará a gestionar esta ciudad policéntrica y diversa, en la que nada tiene por qué estar “ni a la puerta de casa, ni demasiado lejos” de tal forma que las personas puedan desplazarse con el mínimo gasto energético. Por último habló de mecanismos tecnológicos utilizados para diagnosticar el territorio, como están haciendo en Occitania, territorio que consideró una “malla policéntrica” también asimilable al concepto “media hora”.

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