¿Qué es una Ciudad que Camina?

Las ciudades que caminan tienden a aumentar el espacio dedicado a las personas en detrimento del que ocupan los coches, en un proceso que normalmente lleva años y consume bastantes recursos


El hecho de que una ciudad forme parte de la Red de Ciudades que Caminan quiere decir que esa ciudad está haciendo todo lo posible para adaptarse a los cánones de la movilidad peatonal que recogen los principios de la Red. El hecho de incorporarse a la red es un proceso, no un resorte que al tocarlo cambie su realidad. Cada una a su ritmo… repasamos en este Répor algunos conceptos que surgen alrededor de esta cuestión.

Las ciudades son seres vivos

Elementos orgánicos, dinámicos, móviles, con dimensiones variadas, con formas y tamaños desiguales, siempre distintas. Como no hay dos personas iguales, menos hay dos ciudades iguales. Pero tienen algo en común: es donde vive la gente. La imnensa mayoría de las personas viven en ciudades, en espacios urbanos, tengan éstos 10, 5 o 2 millones de habitantes, 200.000, 30.000 o vecindarios de 50. 

El espacio público, una necesidad básica

Compartir es el santo y seña urbano. Sean como sean las ciudades, todas tienen ciertas necesidades básicas: servicios comunes como energía, agua, saneamientos, conexiones a redes, y sobre todos ellos, el espacio público, que es lo que da sentido a la ciudad, pues está a disposición de todas las personas que la habitan.

Un derecho fundamental

El espacio público es un derecho fundamental, al nivel que nuestra sociedad considera la educación, la sanidad o el bienestar social. Esa es la tendencia predominante, aunque no siempre explícita y respetada. Como tal debe ser tratado ese espacio a disposición de todas y todos, quienes viven en ella y todas las personas que por diversas razones la visitan.

¿Cómo lo priorizamos?

La organización de ese espacio púbico, sus prioridades de uso, su compartimentación cuando es necesario compartimentar, sus dinámicas, es el ingrediente principal de lo que llamamos movilidad. Los habitantes de la ciudad necesitamos movernos y para eso podemos hacerlo a pie, en silla de ruedas, en bici, en otros vehículos unipersonales naturales o eléctricos, en transporte público, en moto o coche particular.

Primero las personas

En resumen, una ciudad que camina es la que vive un proceso creciente de dar prioridad a las personas sobre los autos. O lo que es lo mismo, a la movilidad natural sobre la motorizada. Cada ciudad, que es diferente de cualquier otra, lo hace a su ritmo, buscando los caminos que mejor le convienen.

Menos coches, más ciudad

En principio, parece una tendencia creciente considerar que el número de coches que necesita la ciudad para vivir en armonía es bastante inferior al que la mayoría de las ciudades soportan, por lo que la relación entre el espacio dedicado al tráfico motorizado y al natural está muy escorada en favor del primero. Es una relación que las ciudades que caminan tienden a invertir, en un proceso que normalmente lleva años y consume bastantes recursos.

CqC, ambientalismo urbano

Pertenecer a Ciudades que Caminan es además una apuesta profundamente ambientalista, ya que lo que llamamos medio ambiente es sobre todo, para la mayoría de la gente, el medio ambiente urbano, puesto que es esa parte del ecosistema que más en contacto está con la mayoría de los seres humanos.

Nuestros principios, nuestros deseos

Las ciudades que caminan que pertenecen a la RCqC comparten los principios de la Red, lo cual quiere decir que se guían por unas tendencias que pertenecen al ámbito de los deseos, no de las obligaciones. Cada ciudad tiene su dinámica urbanística, económica, y sobre todo política, por lo que es su ciudadanía, representada en su Ayuntamiento, quien va tomando las decisiones que afectan a cada una de sus calles y plazas.

Hacia la calidad urbana

De esas decisiones derivan sus relaciones con cualquiera de las dimensiones que expresan nuestros principios: la prevención de la violencia vial, los lugares de consumo, la movilidad infantil, la accesibilidad universal, la capacidad socializadora y educadora de la calle, la superficie libre de coches, la reducción de la contaminación aérea y acústica, la capacidad de uso creativo, cultural o deportivo del espacio, entre docenas de variantes de alta importancia para eso que llamamos calidad urbana.

Adaptarnos a los nuevos tiempos

Muchas veces se escuchan en las redes reproches hacia gobiernos municipales de ciudades que forman parte de la Red. Tanto desde la Red como desde los propios ayuntamientos valoran todos los esfuerzos y reivindicaciones que la ciudadanía, tanto a nivel individual como colectivo, realizan para adaptar la ciudad a los nuevos cánones de la movilidad activa y natural.

La presión de la ciudadanía

Bien a través de mecanismos de opinión o participación normalizados e institucionales —las Mesas de la Movilidad, por ejemplo, que funcionan en algunas ciudades— como de la que pueda ejercerse a través de asociaciones o de la simple libertad de opinión de la ciudadanía, la que llamamos “opinión pública” puede y hasta debe ejercer la presión necesaria para que sus gobernantes actúen en favor de la caminabilidad. Incluso la oposición política al necesario cambio de la movilidad puede apaciguarse gracias a la presión ciudadana.

Las dificultades de la gobernanza

Los gobiernos, en cambio, no tienen un panel de mandos con el que cambiar el ancho de las aceras, convertir una calle de tráficos segregados en plataforma única, un cruce de calles atestadas de coches en una rotonda o limitar la inercia de las personas en relación a sus movimientos motorizados cotidianos.

Cada ciudad se mueve a su ritmo

En general, la ciudad se está moviendo. Quizá haya hecho su plan de movilidad sostenible. Incluso haya prometido a la ciudadanía antes de las elecciones que la cosa iba a cambiar. Y seguramente está cambiando. Unos dirigentes políticos estarán luchando entre los procelosos trámites a que obliga la burocracia, otros estarán buscando el mejor momento, o incluso esperando a obtener recursos para acometer cambios ambiciosos.

Cada una elige sus caminos

Otros, incluso puede que se limiten a sondear otras medidas no infraestructurales, para comprobar si la ciudadanía deja de utilizar su automóvil para todo, y se entregan a campañas promocionales como las de la Semana Europea de la Movilidad o la realización de nuestro plano-fetiche, el Metrominuto, que son caminos intermedios que denotan una voluntad de cambio también muy valorable.

Lo importante es avanzar

Aunque sea poco a poco, porque el planeta nos lo pide. Y las ciudades que caminan avanzan. Cada una a su ritmo y en la medida que su ciudadanía lo demanda, su gobierno lo interpreta y toma las decisiones adecuadas. A veces gustan mucho, otras veces no a todas las personas. Pero avanzar es el camino. Y nosotros les acompañamos en el recorrido, animándoles a profundizar en su constante mejora.

Gracias por vuestra presión

Desde la Red de Ciudades que Caminan queremos no obstante agradecer la gran labor de tantas asociaciones de peatones que llevan cada día, con tesón e inteligencia, la bandera de la caminabilidad. Nosotros, que nos encontramos entre la burocracia y la reivindicación, entre la institución y la voz del peatón, somos hijos del movimiento peatonal y así nos sentimos. El gran trabajo de estas asociaciones estimula a los gobiernos y los hace crecer. Es el trabajo de quien refuerza los avances para hacer ciudades y municipios mejores.

 

Principios de la Red de Ciudades que Caminan

Carta de Andando y Cqc a la Ministra de Transición Ecológica

Documento en pro de la movilidad activa en entornos escolares

 

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