Carril bici vs nueva movilidad: levantar la mirada

La sobrevaloración del carril bici puede ensombrecer otros cambios importantes para lograr ciudades mejores


Hace unos días se celebró en el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana una interesante reunión con las entidades promotoras de la bicicleta como medio de transporte habitual en las ciudades. El evento generó información muy positiva en relación al uso de la bici, medio de transporte que sin duda debe ser potenciado por los poderes públicos.

Pero también sirvió para profundizar en la tendencia, bastante frecuente, de identificar la promoción de la bici con la creación en las ciudades de espacios exclusivos para ella, los llamados carriles bici.

La movilidad post-covid-19, y la movilidad urbana en general, deben levantar la mirada hacia la ciudad en su conjunto. Es necesario preguntarse, de forma holística y global, qué tipo de ciudades se necesitan y cómo poder adaptarlas mejor a los criterios de sostenibilidad que se persiguen. Adoptar medidas parciales quizá no sea lo más recomendable para tratar de resolver problemas complejos.

Es posible que la segregación del tráfico ciclista pueda resultar una solución conveniente en algunas ocasiones, si bien resulta necesario sopesar el impacto que causa en la movilidad en su conjunto, especialmente en la movilidad peatonal. 

La construcción generalizada, indiscriminada y acrítica de carriles bici no puede ser la única medida que se tenga en cuenta a la hora de establecer cánones para la promoción de una nueva movilidad en las ciudades españolas.

Muy necesaria es la estrategia de la bici en un país que le ha dado siempre la espalda, arrinconada por otros vehículos. Un estrategia que debería enmarcarse en algún mecanismo de promoción de la nueva movilidad, porque tomar decisiones parciales y aisladas puede jugar en contra de la ciudad como espacio equitativo, seguro y deseable para vivir en armonía con el planeta.

 

Muchas otras medidas

Los carriles bici son una más de las herramientas que pueden llegar a utilizarse, en algunos casos concretos, para la integración de la bici en la movilidad urbana y metropolitana, pero no podemos olvidarnos de otras como estas:

— Reducción de la densidad de tráfico

— Reducción de la velocidad de circulación por los espacios urbanos

— Calmado del tráfico a motor con medidas eficaces de diseño urbano (estrechamiento de calzadas, elevación de pasos de cebra al nivel de las aceras, rotondas, plataformas únicas, etc.)

— Potenciar la lucha contra las violencias viales (atropellos, ruidos, invasiones de espacios, etc)

— Reducción del aparcamiento de coches en el espacio urbano habitado

— Creación de itinerarios compartidos para la movilidad natural

— Generalizar la preferencia del más débil (el peatón) en los espacios compartidos

— Concebir el espacio público como la continuación del privado

— Establecer políticas de promoción de la movilidad natural en áreas metropolitanas o entre poblaciones cercanas

— Repensar el sistema de transporte público para convertirlo en un instrumento eficaz gracias a las mejoras en su frecuencia y a las restricciones efectivas al tráfico privado

 

Las bicis siempre serán amigas fraternas

La Red de Ciudades que Caminan se siente hermanada con cualquier otra entidad que promueva los modos de transporte naturales, especialmente con las personas relacionadas con la movilidad ciclista y muy especialmente con la Red de Ciudades por la Bicicleta, con la que compartimos y seguiremos compartiendo espacios de debate, gestiones y colaboración, además de profundizar en los objetivos comunes de mejorar las ciudades para convertirlas en lugares mejores para vivir.

 

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