Tomiño exhibe los atractivos microespacios de su transformación ante el alumnado de Ágora

El municipio del Baixo Miño está transformando sus espacios públicos para recuperar la vitalidad de sus comunidades


Tomiño ha sido la segunda estación de los Obradoiros de la Facultade Ágora, un ciclo de formación sobre el terreno que tiene en marcha la Deputación de Pontevedra, organizado por la Red de Ciudades que Caminan. Un ejemplo de que también los pequeños espacios avanzan con paso firme en la dirección que marcan las tendencias más avanzadas: frenar la invasión del espacio público por los automóviles, no haciéndolos desaparecer, sino reubicándolos en lugares adecuados.

Estos talleres ofrecen una formación muy práctica a los alrededor de 40 personas que participan. Llegan al punto de estudio, realizan una deriva fotográfica de media hora, con instantáenas que después servirán para comentar las distintas situaciones, con exposiciones en un foro de debate a cargo de las personas políticas y técnicas responsables de las transformaciones, una comida de trabajo y una nueva visita a las calles objeto de estudio. Como observador Ágora en esta sesión participó el arquitecto Mateus Porto, además del jefe de estudios de la Facultade, Fernando Nebot, y el equipo de espacio público y movilidades alternativas de la Deputación.

14.000 habitantes, 13.000 vehículos

Tomiño es un municipio de población dispersa situado en la ribera norte del río Miño, ya muy próximo a su desembocadura en el Atlántico. Su capital, ubicada en O Seixo, ocupa un lugar central en el interior del territorio municipal y su núcleo más poblado (2.000 habitantes) es Goián, una parroquia ribereña situada al sur del territorio. La mayoría de sus casi 14.000 habitantes viven dispersos en 15 parroquias, generando la movilidad característica de esta zona de Galicia. El parque móvil asciende a 13.000 vehículos, con lo que su índice de motorización casi llega al 100%.

La dependencia del automóvil privado es importante en este tipo de municipios, típicos de las Rías Baixas, donde predominan las viviendas unifamiliares dispersas. Con todo, en O Seixo fue configurándose un pequeño núcleo urbano y administrativo cuya transformación en los últimos años fue drástica, tal como pudieron comprobar los asistentes al curso y explicaron tanto la alcaldesa, Sandra González, como el concejal de Planificación Estratégica, Acción Urbana y Hacienda, Uxío Ramírez.

Además de la capital municipal, el objeto de estudio se centró en el núcleo de centralidad de la parroquia de Figueiró y en la reforma urbana que realizaron en el área central de Goián.

De rotonda a espacio de convivencia

La capital liberó de coches su plaza central, en la que se encuentra el edificio municipal y el mercado y que años atrás consistía en la habitual rotonda en la que confluían automóviles procedentes de todo el municipio, atraídos por las actividades comerciales o administrativas. Hoy, tras la ejecución de una importante vía de circunvalación y de la habilitación de aparcamientos de borde alrededor del núcleo urbano, la desmotorización es patente. Por otra parte, la transformación de su mercado tradicional en un espacio comercial y gastronómico merecería ya de por sí otro reportaje, pues está considerado uno de los mejores ejemplos de rehabilitación de este tipo de edificios en Galicia, donde se considera un ejemplo de excelencia.

Todavía les queda eliminar algunos tráficos de la carretera autonómica que conecta la ribera norte del río Miño con Gondomar y la costa de la ría de Vigo, además de favorecer la movilidad peatonal entre el Campo da Feira y la plaza do Seixo.

Microespacios

Lo que más sorprendió a quienes visitaron Tomiño por primera vez fue el diseño del espacio público, que consistió en convertir las calles en lugares muy acogedores y reverdecidos, microespacios de la escala humana en los que se combinan con agradabe armonía parterres, mobiliario público, iluminación, espacios comerciales, terrazas, etc. Todo con el objetivo de convertir la población en un referente de calidad urbana, recuperando el espacio que los peatones habían ido perdiendo a lo largo del tiempo.

Todas las calles de Tomiño indican por sí mismas que son espacios en los que el coche debe comportarse con civismo, realizando exclusivamente su función imprescindible y replegándose acto seguido a los aparcamientos desde los cuales se llega caminando a cualquier ubicación. Para eso, diseñaron los espacios evitando la linealidad característica de las calles tradicionalmente entregadas al coche y jugaron de forma inteligente con pavimentos, mobiliario y vegetación para advertir a quien conduce que está en un lugar muy distinto a los habituales.

Figueiró: un núcleo de centralidad parroquial

El núcleo de centralidad de Figueiró fue sometido también a una profunda transformación. Se trata de una pequeña plaza a la que asoman algunas edificaciones y el lateral de una conocida iglesia de peregrinaciones, San Campio, cuya popular romería atrae a numerosas personas. Dos de los edificios de la plaza, atravesada lateralmente por la carretera secundaria que da acceso a otros lugares de la parroquia, son establecimientos de hostelería y un tercero es ocupado por un centro sociocultural local, todos ellos bastante concurridos.

La intrevención, muy sorprendente por los materiales metálicos utilizados, realza el destacado cruceiro del centro, ordena los espacios que antes ocupaban los coches, respeta la vegetación existente y formula una iluminación espectacular, creando un singular espacio que tanto de día como de noche regala a quien lo visita su fuerte personalidad.

Recuperando Goián

Y el último caso de estudio ha sido el ámbito central de la parroquia de Goián, famoso por su potente fortaleza sobre el Miño. El recorrido, precedido por una breve introducción descriptiva, se realizó por un amplio espacio en torno a la iglesia, el auditorio, la alameda y la avenida Ordóñez. Allí generaron nuevos espacios libres de automóviles, incorporando antiguos edificios para uso público, una importante área verde, un centro sociocultural y un skate park. 

Aprovechando una antigua calle, establecieron un singular aparcamiento en zig-zag para dar servicio a los coches que desde el resto de la parroquia o del municipio acuden a las actividades que tienen lugar allí, ya sean de ocio, deportivas, culturales o religiosas. Plataformas únicas, microespacios, ambientes acogedores y desautoxicación de las zonas más sensibles para la vida colectiva, medidas que en el futuro extenderán al resto de la parroquia y el municipio.

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