Cada 17 de agosto el mundo pone la vista en las personas que más sufren la violencia vial
La celebración del Día Peatonal Mundial el 17 de agosto resulta de nuevo una ocasión para intentar que las ciudades sean cada vez más amables con las personas, de tal manera que el espacio público favorezca la movilidad más saludable y natural: la que realizamos a pie.
Esta conmemoración está íntimamente ligada al concepto de violencia vial. El motivo se remonta a 1897, fecha en la que se registra la primera víctima peatonal, en Londres. Bridget Driscoll fue arrollada por un coche, pereciendo en el acto.
Caminar nunca debe considerarse el problema
Aunque casi siempre se enfoca esta conmemoración poniendo énfasis en el peatón como protagonista de la violencia vial —¿Qué debe hacer un buen peatón para circular mejor?—, últimamente ya es normal que la sospecha recaiga menos en la víctima y más en la infraestructura —la ciudad— y el agente más agresivo —los vehículos—.
Transformar las ciudades en espacios de convivencia, más amables con las personas, está en la cumbre de lo que se denomina «visión cero» de la siniestralidad vial: reducir al máximo la agresividad en el entorno urbano.
Transformando el espacio público
El propio nombre de la Red de Ciudades que Caminan implica un compromiso básico con las personas que se desplazan a pie, por lo que entre sus objetivos se encuentra el ir modificando el espacio público para que éste sea sobre todo un aliado del caminar con seguridad y armonía.
Para ello, la Red ofrece a la sociedad —y sobre todo a los municipios asociados— una serie ideas y fórmulas para fortalecer el avance hacia ciudades más operativas, seguras, vivas, saludables y amables, en las que sus habitantes puedan disfrutar de las mejores condiciones de habitabilidad.
Este año hemos seleccionado estos 5 puntos de interés:
- Aumentar el número de calles salón. Calles peatonales y Calles de convivencia, con prioridad peatonal, donde la presencia de automóviles esté regulada y reducida a lo mínimo imprescindible, permitiendo así potenciar otras actividades como la estancia, el juego, el ocio o la actividad económica.
- Los barrios también cuentan. Las intervenciones para recuperar el espacio público no deben reducirse al centro de las ciudades, sino expandirse a los barrios, en los que deben crearse sus propios núcleos de centralidad. En los barrios en los que se camina se consume más y se producen más relaciones sociales.
- Fomentar los itinerarios peatonales. Cada municipio debe impulsar este tipo de itinerarios compuestos por vías peatonales, vías de convivencia y calles segregadas con amplias aceras para conectar los distintos espacios o edificios de interés público (estaciones, centros de salud, deportivos o culturales, centros urbanos o comerciales, etc), y si es factible, con polígonos industriales o comerciales situados a escasa distancia de zonas residenciales.
- Humanizar carreteras. Las poblaciones atravesadas por este tipo de vías deben mitigar los efectos negativos del tráfico de paso, por lo que resulta interesante profundizar en los procesos necesarios para lograr espacios más vivibles en esos lugares. Las travesías son un caso particular de esta situación, que deben ser tratadas con soluciones especiales.
- Más formación. El conocimiento abre barreras y ayuda a reconfigurar y actualizar conceptos y modos de actuación, por lo que es importante que tanto el personal técnico al servicio de las administraciones como los representantes políticos dispongan de toda la información disponible para concebir, configurar, diseñar y activar espacios públicos más amables y agradables para la ciudad y sus habitantes, que sobre todo y antes que nada, son peatones.
Una de las iniciativas para divulgar la nueva cultura del espacio urbano es la serie de posters que viene publicando la Red bajo el título ‘La ciudad deseada´, cuyos cinco títulos elaborados hasta ahora llevan por título Alianza ciclo-peatonal, Buenas aceras, Calles de convivencia, Red peatonal y Vitalidad urbana.
