Cuando la ciudad no existe

Comentamos noticias de sucesos sobre violencia vial urbana y constatamos que sólo las personas son culpables. ¿La ciudad no lo es?


Un repaso a las crónicas de sucesos relacionados con la violencia vial urbana revela que la ciudad no existe como problema. Si ponemos una mirada crítica en esas informaciones comprobamos que la culpa es de cualquiera de los actores, pero nunca de una infraestructura urbana pensada para el coche.

¿Es el accidente un acto casual que no puede evitarse? Si nos fijamos en lo sustancial, quizá no sea tan inevitable. Quizá muchos siniestros protagonizados por vehículos podrían evitarse si las ciudades se planteasen que sus calles también pueden ayudar a la seguridad: sus proporciones, la velocidad que permiten, la amplitud de su calzada, la forma de sus pasos de cebra…

Normalmente, la falta de adecuación peatonal de la mayoría de las calles está en el ojo del huracán. ¿La violencia vial urbana es únicamente culpa de las personas, como reflejan las crónicas? Os invitamos a un ejercicio de noticias comentadas.

El derecho al relax ciudadano

Un breve que hemos visto en la prensa de una gran ciudad: “Pillamos a un hombre absorto con el móvil mientras cruza la calle, a esta joven ensimismada con el whatsapp o a otra abstraída con la música de sus cascos. Y así hemos cazado decenas de distracciones digitales. Lo aseguran los propios conductores, que de despistes saben, aunque los peatones son más de excusarse. En la ciudad se contabilizan 4 atropellos al día. Sobre todo de menores de 40 años y más mujeres que hombres. Accidentes que han aumentado un 17% en los primeros cinco meses de este año respecto al 2017. Así que ante el semáforo, desconecten antes de cruzar. Culpabilizar al peatón sin tener en cuenta que la ciudad es su espacio natural de movimiento y que lo normal sería poder ir despistado o relajado con sus cosas, no entra dentro de los cánones del redactor de este suelto sobre la siniestralidad urbana provocada por el automóvil. Y además con recochineo: «Los peatones son más de excusarse».

Las autopistas urbanas

Los acusados de atropellar a una pareja niegan que en el momento del suceso se encontraran realizando una carrera ilegal. 2008. Dos hombres, cada uno en su coche, organizan una apuesta que les lleva a alcanzar los 80 km/h por el centro de la ciudad. En un momento, tratando de adelantar a otro coche, aplastan a un tercero en el que viajaban dos personas, que resultaron muertas al momento. Las crónicas fueron muchas, pero ninguna se preguntó por qué en una ciudad tienen que existir calles en las que simplemente se puedan alcanzar esas velocidades.

La distracción de quien porta el proyectil

Un hombre fue atropellado en una ciudad mediterránea, y a los pocos días falleció. En la crónica decían: “El atropello tuvo lugar en la tarde del viernes, en el cruce de la calle tal con la calle cual. Por causas que se desconocen, la víctima fue atropellada por un vehículo mientras cruzaba un paso de peatones. Las primeras hipótesis apuntaban a un despiste”. Queremos entender que el despiste fue del conductor. Si lo único que existe para evitar su distracción es una señal en el asfalto, quizá no sea suficiente. Estas cosas pueden pasar, y en algunos casos con resultados fatales, como puede comprobarse con frecuencia. Pero si el paso de peatones está elevado, se convierte en un obstáculo más complicado de evitar, con lo que el estado de alerta del conductor o conductora estará mucho más activo.

Los tatuajes del asfalto

Un hombre atropella a otro en un paso de peatones de una ciudad del sureste. El conductor del vehículo huye, y a la víctima la llevan al hospital, donde en el momento de la crónica se recuperaba de graves heridas. La Policía le localiza gracias a las cámaras de control del tráfico. El concejal encargado dice a la prensa “una vez más vemos como las nuevas tecnologías ayudan a tener una vida mejor y a solucionar problemas, ese es uno de los objetivos y una muestra de lo que es ser Smart City”. Lo que ningún “smart” explicó fue por qué ese paso de peatones no había sido elevado a la altura de la acera, ya que era un simple tatuaje de rayas, muy fácil de burlar. En los pasos pintados en la acera, son los peatones los que «invaden» la calzada. Si el paso está a la altura de la acera, es el coche el que «invade» la zona peatonal. Mucho más que un matiz.

Adecuar lo inadecuado

«En cuanto a las causas de los atropellos, los datos ponen de manifiesto que en más de 8 de cada 10 atropellos la responsabilidad es de los conductores. Así como 7 de cada 10 de ellos tienen lugar cuando el peatón circula por un lugar adecuado, el 18% cuando el vehículo iba marcha atrás. Eso sí, únicamente en el 17% de los casos, el peatón fue atropellado cuando circulaba por un lugar inadecuado. Pero cuando atendemos a los atropellos con resultado de muerte las cifras cambian sensiblemente: los peatones fallecidos cuando circulaban por un lugar inadecuado se elevan hasta el 35%; y cuando lo hacían por un lugar adecuado se disparan hasta el 49%». ¿Qué son lugares “adecuados”, e “inadecuados”? Toda la ciudad debe ser “adecuada” para caminar, que es la actividad más frecuente en las personas. Sin negar que puedan existir comportamientos inadecuados por parte de peatones, es indiscutible que lo “adecuado” consiste en poner obstáculos para que los coches puedan alcanzar velocidades inadecuadas. Ellos son el factor determinante de un suceso. Y las personas tienen derecho a un espacio público seguro y sin riesgos excesivos.

La tecnofobia

«El mal uso del teléfono móvil es un peligro al volante, pero también lo es para los peatones en situaciones de tráfico, siendo usado por 8 de cada 10 de ellos. En algunos casos, los peatones van completamente aislados de su entorno, especialmente cuando usan auriculares, algo que realizan 3 de cada 5 personas. Entre ellas, los usos más habituales son para escuchar música (44% de ellas muy a menudo, usando el móvil u otros dispositivos), o para hacer o recibir llamadas (28%). Como consecuencia de todo esto el número de peatones atropellados se ha incrementado en un 28% en los últimos 10 años, y los propios peatones (un 90%) reconocen el riesgo en sus conductas con el teléfono móvil». Ohhh… ¡Qué plácida es la vida del comentarista de estadísticas! Criminalizar al peatón distraído con sus iPods, y de paso sumarse a la ola de tecnofobia latente en la sociedad. Lástima que otros datos dicen que el 70% de los peatones muertos tienen más de 65 años, y esos son muy poco sospechosos de ir entretenidos con el móvil.

Mayor contra mayor

Un atropello convencional en una calle urbana del norte, con resultado de muerte. Este es un párrafo de la noticia: “Según fuentes oficiales, al parecer, había cruzado adecuadamente la vía. La víctima es la hermana Celia, de 72 años de edad, superiora de una de las casas de la orden Hijas de la Caridad. Según indican las fuentes, la mujer venía de hacer una visita a sus compañeras de La Purísima, en la calle Santo Domingo, y se dirigía a la casa que ella ostentaba. El conductor que la ha arrollado tiene 75 años”. El diseño de la calle es de los más frecuentes en nuestras ciudades: aparcamientos libres a ambos lados, gran calzada y aceras bien pavimentadas de 1,5 metros aproximadamente. Ninguna crónica hizo comentario alguno acerca de la idoneidad del entorno para la circulación peatonal, ni sobre lo que la calle «comunica» al conductor con su diseño. Podría ser determinante para su predisposición al volante.

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