Isabela Velázquez define la Ecociudad

La arquitecta propone buscar mayor felicidad con menor consumo de recursos


“Llevamos años tratando de difundir los valores de la ciudad de las distancias cortas, de los cuidados, de la vitalidad, renaturalizadas, de la igualdad, contraponiéndolos a las ciudades de los negocios, la especulación, las prisas y el estrés, de la ciudad indiferente hacia la naturaleza y su entorno” empezó diciendo Isabela Velázquez sobre la profunda admiración que le suscita la figura de Carlos Moreno, el profesor de la Sorbona que le precedió en la Facultad Ágora.

Lo que propone es un cambio de paradigma en la planificación urbana que nos permita vivir en mayor armonía con el entorno consumiendo menos recursos naturales: “Mayor felicidad con menos consumo de recursos”, sentenció, poco después de desear que los fondos europeos denominados “Next Generation” sirvan para mejorar las redes de espacio público y no enfocar unicamente los esfuerzos en el coche eléctrico.

Esta consultora madrileña comprometida con las ideas urbanas más alternativas se mostró complacida: “Por lo menos se está cambiando el discurso, ya aparece la persona en el horizonte urbano, ojalá estemos a tiempo de reaccionar de cara a un nuevo urbanismo que suponga un cambio radical y aspire a nuevas metas”.

La arquitecta urbanista sostiene que este cambio de energía está obligando a cambiar otras cosas tan importantes y profundas como el propio estilo de vida, que explicó con una pancarta dibujada por el artista urbano Bansky que reza “Lo siento, el modo de vida que encargó ya no está disponible”. Tanto el revolucionario muralista callejero como la arquitecta revelan que el nuevo modo de vida debería ser más feliz, coherente con el planeta y con la dignidad de la vida humana.

La brecha de género fue otro asunto que Velázquez puso sobre la mesa para lo que tomó como ejemplo la cuestión de los cuidados, que se presenta ante nosotros como un iceberg, con la parte visible que es la remunerada, y la invisible, no pagada, de la que se ocupan principalmente las mujeres.

En este sentido, indicó que el nuevo urbanismo debe poner en primer plano nuevas ópticas relacionadas con la vida cotidiana, el empleo, los cuidados, la crianza, el envejecimiento, la salud y el bienestar, lo cual equivale a luchar contra el estrés de la vida cotidiana actual. Y todo ello debe hacerse con un enfoque holístico que nos acerque al concepto de ecociudad.

Una ecociudad a la que llenó de contenido: accesible para todas y todos, con espacio público suficiente, que sea una ciudad de distancias cortas, con zonas verdes integradas, que consuma el mínimo suelo virgen, en la que predominen peatones, ciclistas y transporte público, en la que se eduzcan y reciclen los residuos, con un ciclo de agua cerrado e inocuo, con una mezcla de usos equilibrada, en armonía con la naturaleza, la que mantiene y reutiliza edificios y espacios, la que maneja bien los equilibrios entre centralización y descentralización o la que considera sus barrios como una red.

También precisó que las ecociudades deben usar y producir energías renovables, ser seguras y con alta calidad de vida, con un estilo de vida sostenible, una ciudad con una densidad de habitantes “cualificada”, que mantenga la escala humana, con una economía local fuerte, capaz de ser construida y gestionada por sus habitantes, que concentre bien su desarrollo en las zonas idóneas para eso, que sea capaz de integrarse en su entorno, que se mantenga razonablemente compacta, que esté bien integrada en las redes de comunicaciones generales y que mantenga un alto grado de identidad cultural y diversidad social.

Animó a que el concepo de planificación urbana supere sus límites actuales como una simple arma de dar un uso al suelo, para convertirse en un espacio de toma de decisiones identificando problemas reales y aportando soluciones adecuadas a través de nuevos espacios de diálogo para apoyar el cambio. En este sentido, destacó el valor del espacio público, que cada vez adquiere mayor importancia, porque es la red que dará vida a la ciudad, incorporándola a la renaturalización una vez que se vayan eliminando los coches privados.

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