José Fariña: Cambiar el modelo para recuperar la biocapacidad del planeta

Facultad Ágora / Seminario 1B

El profesor apuesta por ciudades densas para ahorrar recursos, y diversas para enriquecer la vida de las personas


Los nuevos modelos de ciudades sostenibles, saludables y seguras son un arma para tratar de recuperar algo de la biocapacidad perdida del planeta. Fue la idea principal expuesta por José Fariña ante el alumnado de la Facultad Ágora en la segunda sesión del curso sobre espacio público que ha echado a andar hoy.

Fariña es profesor emérito de la Autónoma de Madrid, asesor de múltiples instituciones y prestigioso conferenciante en diversos países. Así lo presentó el diputado de Espacio Públio y Movilidades Alternativas de la Diputación, Uxío Benítez. Su prolífico blog sobre urbanismo, paisaje y territorio es una magnífica fuente de información sobre los más variados temas relacionados con estos ámbitos del saber, tratados con profundidad y sentido científico.

Su intervención en Ágora respondió a las expectativas. Analizó la evolución urbana desde la revolución industrial. Desde el caos inicial pasaron a una primera etapa de especialización funcional, y de ahí a entregarse a los coches, pues la disgregación se soslayaba gracias a los desplazamientos rápidos que los vehículos posibilitaban.

Fue así como se el coche invadió el espacio público, llegando a la situación actual, en que se hace necesario “que la ciudad recupere todo el territorio”. “Hoy tenemos las ciudades insanas, el modo de vida sedentario, la cultura del automóvil, las enfermedades físicas y mentales que provocan la contaminación y el estrés”.

Ante ello el profesor ve una salida: volver a la ciudad compleja, mixta, a la ciudad de la cercanía: “Necesitamos un nuevo modelo, creando espacios de cercanía, sostenibles, saludables y seguros”. Consideró que los conceptos “sostenible” y “saludable” necesitan estrategias idénticas, pues comparten la misma finalidad y es mucho más fácil de aceptar socialmente conseguir ciudades saludables que ciudades sostenibles.

Para llegar a ellas, la primera receta es trabajar en el ámbito de las densidades, para que sean suficientes para lograr que funcionen tanto equipamientos y servicios como la actividad comercial. Citó como un gran problema para este modelo los suburbios dispersos de las áreas metropolitanas, que no tienen, por ejemplo, capacidad suficiente para hacer funcionar los sistemas de transporte público.

La complejidad de usos que propone abarca no sólo al tipo de funciones residenciales o laborales, sino también a quienes habitan cada barrio “debe haber diversidad sociológica, demográfica, económica… hablar y convivir entre personas diferentes enriquece la vida y la ciudad”. Apuntó así mismo que la contigüidad de los hábitats favorecería el uso del transporte público e impediría la constante ruptura de los ecosistemas que en muchos casos provoca la dispersión de nucleos urbanos.

En cuanto a la infraestructura urbana resaltó la importancia de un buen mantenimiento de las condiciones de uso peatonales, ya que las personas que usan la ciudad deberían centrar el máximo interés de los responsables públicos, que deberían de priorizar las condiciones de accesibilidad y la prevención contra la contaminación ambiental, visual y acústica.

Destacó el profesor además la comodidad y el confort del espacio público para todas y todos, como por ejemplo la existencia de bancos, sombras o servicios higiénicos públicos, además de lo que llamó la “dosis mímina de naturaleza” en la trama urbana, un aspecto teorizado desde hace algún tiempo que no siempre se tiene en cuenta: “el verde urbano es la trama vital de las ciudades; ayudan a crear microclimas, previenen islas de calor, reducen contaminación o mitigan el efecto nocivo de algunos gases y facilitan el ejercicio físico”.

En cuanto a las intervenciones sobre el espacio público urbano, subrayó la necesidad de provocar su “dinamización”, por lo que los proyectos de reforma deberían incluir fórmulas para reactivarlo y convertirlo en un valor más de la ciudad.

“Sabemos que hay que cambiar las ciudades. Sabemos cómo hacerlo, pues hay bases teóricas y experiencias prácticas. Simplemente hay que ponerse a hacerlo, porque el cambio es posible y es urgente; hay que introducir diversidad, naturaleza, más espacio para el peatón y menos para los coches”, receta con la que concluyó su intervención el profesor Fariña.

Ya en el coloquio, preguntado sobre la tradicional dispersión poblacional de Galicia, el profesor dijo que especialmente la mitad oeste se conformaba como un gran área metropolitana que tendrá que centralizar servicios concretos en determinados lugares y estudiar soluciones personalizadas para cada municipio o población.

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