Cinco ciudades reciben el premio anual de la Red

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Miajadas, Vilagarcía, Pamplona, Braga y Barcelona, apuestas del jurado para los X Premios Ciudades que Caminan


La movilidad escolar de Miajadas, la brillantez de una calle en Vilagarcía de Arousa, la caminabilidad de un barrio no central de Pamplona, la accesibilidad de los cruces peatonales de Braga y el magnífico ejemplo del carrer Consell de Cent de Barcelona fueron los proyectos triunfadores de los premios de este año.

Este año la solución supuso un dura pugna entre ciudades, ya que por primera vez empataron dos candidaturas presentadas. Fue en la categoría de ciudades grandes.

Al cole andando en Miajadas

La apuesta por iniciar políticas de caminata en el ámbito de los colegios, implicando a la población desde edades tempranas fue el principal valor de este municipio extremeño del sur de Cáceres de 9.500 habitantes. El jurado consideró que las actuaciones que impliquen a las personas más pequeñas nos aseguran un futuro más prometedor.

Destacaron que «las actividades de Camino Escolar y mejora de itinerarios peatonales no solo educan a los más pequeños, sino también a los adultos que se ven arrastrados por estos embajadores de las nuevas propuestas de ciudad, donde la sostenibilidad y la seguridad son los valores prioritarios». Además, se considera un buen paso para iniciar una política de transformación global del municipio.

Rúa Arcebispo Lago en Vilagarcía de Arousa

El recuerdo del mar es el sugerente título de la propuesta de Vilagarcía, que competía en la categoría de municipios medianos y que se refería así al otrora marítimo entorno que ahora ocupa la calle Arzobispo Lago, que pasó de ser la típica calle-garaje a un espacio de convivencia en el que el agua toma un papel protagonista.

El jurado valoró su capacidad para crear ciudad mediante este proyecto concrets extremadamente cuidado e inspirador: «Sin duda esta calle se convertirá en un referente para otros barrios y, quizás, para otros municipios. Será muy interesante ver como evolucionan sus indicadores socioeconómicos y comprobar su capacidad para contagiar al resto de la ciudad». Destacaron su calidad como espacio para la convivencia y la visión estratégica a la hora de seleccionar este enclave para el desarrollo de una actuación de transformación ejemplar.

Barrios de Pamplona

Las intervenciones urbanas en distintos barrios, especialmente en La Milagrosa, restringiendo el tráfico motorizado de paso y el aparcamiento, y conquistando las calzadas como espacios caminables fueron la propuesta de la capital navarra, que el jurado valoró muy positivamente. Una apuesta por actuar en un barrio no central y de alta complejidad social, poniendo la caminabilidad en el centro de los criterios para este proyecto de regeneración urbana.

Iruña-Pamplona presentó un gran catálogo de actuaciones con distintas líneas de trabajo que culminan en una ciudad centrada en el bienestar de las personas. No solamente las obras son importantes, como se muestra en este claro ejemplo, donde la planificación y gestión, acompañan la ejecución de propuestas. «Cuando alguno de estos aspectos falla no podemos llegar a resultados como los mostrados en esta ciudad», tal como valoró el jurado.

La calle Díaz de Haro, de Bilbao, finalista

La transformación de una arteria central de la capital vizcaína pudo haber resultado vencedora igualmente, ya que empató a puntos con la candidatura pamplonica en el apartado de grandes ciudades. Al final, el jurado se decantó por la primera debido a que dos miembros del mismo le habían otorgado la máxima puntuación.

El jurado destacó la transformación de la calle María Díaz de Haro por su condición ejemplar como calle multifuncional donde la presencia del tráfico, repensada y reajustada, no está reñida con la calidad de un espectacular espacio peatonal, donde la estancia, el juego y la biodiversidad cobran un papel protagonista.

Carrer Consell de Cent de Barcelona

La transformación urbana de esta calle del Eixample, que se vio envuelta en una polémica judicial debido a la denuncia de ciertos sectores que al parecer se sentían perjudicados y encontraron un defecto formal para atacar la reforma consiguió el premio en su modalidad de Ciudad Amiga, otorgado a municipios que no forman parte de la Red.

Con este reconocimiento el jurado refrenda un apoyo expreso a este proyecto que, si bien puede adolecer de defectos de forma en el procedimiento (con efectos muy perniciosos sobre otras ciudades), tiene un enorme valor ejemplar por la calidad del proyecto en sí mismo, por sus dimensiones y por su capacidad estructurante.

La actuación avanza en una idea de ciudad que cose el “modelo de superillas” de Barcelona. Muestra de una manera ejemplar que no se trata de actuaciones aisladas, sino que existe un plan y un objetivo. Se han ejecutado elementos que se van sumando para alcanzar un gran cambio, no solo del paisaje urbano sino también de las costumbres de la ciudadanía.

Las transformaciones de ciudades consolidadas no pueden hacerse de una manera drástica sino evolutiva. Eso no quiere decir que dejemos de ser ambiciosos en los planteamientos, pero hay que ser cuidadosos. Un paso en falso puede dar al traste con propuestas muy acertadas por no respetar los tiempos necesarios para ser asimiladas, tal como se justificó para la elección de esta ciudad entre las tres propuestas finalistas para este premio.

Braga y su recuperación integral

La histórica ciudad portuguesa de Braga fue la elegida entre las tres propuestas lusas para el premio. La accesibilidad de los cruces peatonales se ha valorado muy positivamente, así como su conectividad con el transporte público. El jurado ha valorado también su capacidad para beneficiar a un elevado número de personas y su replicabilidad. Con este premio se pretende reconocer un buen punto de partida desde el que avanzar hacia la recuperación integral de la ciudad para las personas.

La propuesta destaca también por cómo consiguieron implicar a la ciudadanía tocando muchos aspectos, desde el acceso al colegio de los niños, como la eliminación de barreras en el espacio público, diseñando estrategias diferentes en función de las actuaciones a llevar a cabo donde hay multitud de intervinientes públicos y privados. Se le dio una gran importancia a la comunicación y participación, consiguiendo resultados de éxito.

El jurado estaba compuesto por el arquitecto Jesús Fole, el ingeniero urbanista José Luis Díaz Cañavate y la jefa de Regeneración de Espacio Urbano del Ayuntamiento de Madrid, Ana Rosa Llorente.

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