«Calles sin cables»: Ciudades que Caminan alerta sobre la ubicación de electrolineras

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La Red publica sus recomendaciones para que los municipios no conviertan sus calles en estaciones de servicio


En la actualidad muchos municipios estudian fórmulas para la promoción de la movilidad eléctrica, que si bien no forma parte de sus competencias, encuentran en esta actividad una forma de contribuir a la descarbonización y a la minoración de emisiones.

En este sentido, algunos ayuntamientos ya hace tiempo que vienen instalado puntos de recarga de forma más o menos aislada o experimental, tanto en aparcamientos como en otros lugares, incluidas las calles y en concreto las aceras.

Otros municipios están estudiando la posibilidad de realizar implementaciones más extensas de este tipo de infraestructuras para recargar autos eléctricos.

Ante ello, la Red de Ciudades que Caminan desea realizar una serie de recomendaciones para ayuntamientos que se autoimpongan la necesidad de colaborar en el proceso de cambio de combustibles de la automoción.

  1. Estamos en un momento crucial en el desarrollo de este tipo de infraestructuras, por lo que los hábitos sociales y comunitarios que se implementen en estos años serán determinantes para el futuro de la calidad del espacio público. La posible conversión de algunas calles o parte de las mismas en electrolineras es un asunto de extrema importancia urbana.
  2. Se recomienda derivar estos servicios de abastecimiento a las dinámicas privadas que vayan generando por autorregulación el mercado de la automoción y sus industrias auxiliares, de tal manera, por ejemplo, que las actuales gasolineras puedan ofrecer ese tipo de creciente demanda.
  3. Asumir como competencia municipal el abastecimiento de combustible a los automóviles particulares crea una perversa costumbre social, ofrece un relato muy confuso en torno a la estructura auxiliar del automóvil y envía un mensaje institucional a la ciudadanía: “el Ayuntamiento se implica en la movilidad privada hasta el punto de facilitar —y en algún caso regalar— el combustible”.
  4. Se recomienda centrar las medidas para fomentar la sostenibilidad, reducir emisiones y sanear la atmósfera en la reducción efectiva del número de desplazamientos en automóvil particular dentro de las ciudades con restricciones reales a la circulación y aparcamiento, liberando progresivamente espacio para uso público. Con medidas complementarias como el calmado del tráfico motorizado se incrementará también la seguridad vial, el dinamismo socio económico, el desarrollo infantil, la accesibilidad, la integración social, la diversidad, la igualdad de género y la multifuncionalidad en el uso del espacio.
  5. Los municipios que aún así deseen ir más allá de sus obligaciones y ubicar instalaciones eléctricas de abastecimiento deberían evitar el espacio público convencional de calles y plazas en ciudades compactas, que, por el contrario, deberían tender a la minoración de la presencia de coches, tanto en circulación como aparcados.
  6. Si se desea intervenir en el mercado de la automoción dedicando recursos públicos a establecer puntos de recarga para vehículos privados, los lugares menos lesivos para la calidad del espacio público serían los apropiados para aparcar, como estacionamientos subterráneos o bajo techo, parkings disuasorios o de borde, o espacios inhabitados.

Es necesario recordar que la intermodalidad del transporte urbano incluye la combinación de varios modos (tren, metro, autobús, taxi, vmp, bicicleta y caminar) y esta última forma de desplazamiento es la más recomendada y útil para la movilidad urbana, caracterizada por la escasez del espacio público disponible.

Por ello, facilitar el aparcamiento de automóviles a pocos metros de los domicilios no resulta absolutamente necesario. Las personas usuarias de coches particulares deben planificar su tiempo contando con realizar a pie una distancia razonable de entre 1 y 2 km. Y si eso ocurre para planificar el aparcamiento de vehículos particulares, igualmente debería ocurrir con respecto a los puntos de recarga, que deben alejarse de las calles convencionales para que estas no acaben convertidas en electrolineras.

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