La voluntad política, clave para aumentar el número de calles de convivencia

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Diversos expertos en urbanismo y normativa participan en un taller sobre este tipo de vías, que marcan una tendencia al alta en las ciudades


Una intensa y dinámica conversación sobre calles de convivencia caracterizó uno de los talleres programados en el décimo congreso de la Red, coordinado por Ismael Pantaleón y en el que participaron como relatores Mateus Porto, Elisa Pozo, Ana Rosa Llorente, Pedro Ribeiro, Xosé Manuel Tato, Hernar Martín y Marta Martínez. 

Durante el desarrollo del taller, muy participativo bajo la inspiración de Ideas Infinitas, se coleccionaron una serie de ideas como que las calles de convivencia pueden tener diferentes configuraciones para adaptarse a la realidad y las necesidades de cada ciudad, ya que la diversidad de las formas urbanas ha de generar necesariamente soluciones distintas. 

Prioridad para las personas

En cualquier caso, la regulación de este tipo de calles debe pensar sobre todo en la prioridad de las personas, si bien el modelo productivo actual genera una cierta presión sobre la posibilidad de regular este tipo de vías en las que deben coexistir los tráficos motorizados y peatonales, si bien los primeros deben limitarse al máximo.

Una de las ideas más innovadoras aportadas por los y las participantes apuntó a la posibilidad de facilitar que los comerciantes expongan sus productos en la vía pública, en paralelo al uso que la hostelería hace del espacio público con las terrazas.

También observaron que el arbolado juega un triple papel en el diseño de las calles de convivencia: funcional, estético y necesario. El diseño, además, debe considerar la competencia por el espacio público entre los diferentes usos comerciales y sociales, así como el espacio requerido por las diferentes infraestructuras de la ciudad.

La participación facilita el reto

Consideraron necesario incidir en la comunicación y la sensibilización para impulsar el cambio de hábitos y costumbres que generen una nueva cultura que abra las calles a las personas, ya que la participación pública en el diseño de las calles facilita el reto de alcanzar el consenso social y político necesario para su implementación.

Entre los factores que afectan a la generalización de las calles de convivencia, aportaron la falta de una hoja de ruta clara debido a la dificultad de alinear la voluntad política, que se ve afectada por múltiples factores, como la diferencia entre los tiempos políticos y los tiempos de planificación, las presiones de la opinión pública o de grupos de interés.

Se apuntó que la participación social en los procesos de debate podrían reducir la resistencia al cambio y facilitar la implementación de este tipo de calles. También se consideró un factor de freno la falta de experiencia técnica, en algunos casos, de los profesionales municipales, e incluso la disparidad de los tiempos y procesos que las diferentes administraciones públicas implicadas en los procesos.

Visión política

Como puntos de palanca (aquellas acciones que se pueden conseguir con menor esfuerzo) el grupo valoró tres tendencias positivas: la voluntad política y la visión de situar a las personas en el centro, la rigidez de las diferentes reglas legales que influyen en el desarrollo de las calles de convivencia, desde la Ley de contratación de las AAPP, hasta la Ley del Suelo, etc.

Un último factor fue el diseño de espacios sensibles para la convivencia, ya que poner el esfuerzo en el diseño supone incluir el resto de los elementos señalados, porque tenemos que ser capaces de diseñar teniendo en cuenta las limitaciones legales, los intereses y necesidades de las comunidades y la visión política como elemento impulsor del proyecto.

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