La gran dimensión peatonal de Valladolid

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Alberto Gutiérrez Alberca traza la historia y los porqués peatonales de la capital castellana


La mitad de los desplazamientos que los 300.000 habitantes de Valladolid realizan diariamente son caminando, mientras un tercio lo hace en coche y el resto en transporte público y otros medios. Son datos recogidos en el Plan de Movilidad de 2015, que fueron aportados por el concejal de Tráfico y Movilidad de la ciudad, Alberto Gutiérrez Alberca, en el repaso que hizo sobre el proceso peatonalizador de la capital castellana.

Una urbe con un centro histórico grande, activo y muy abundante en espacios públicos recuperados que ofrecen a su vecindario y visitantes una enorme vitalidad. Una transformación que lograron desde los años 80 del pasado siglo y que había comenzado con la recuperación para las personas de la Calle San Gregorio, posiblemente la primera actuación peatonalizadora. A ella le siguieron una veintena de actuaciones en todo el centro histórico y barrios más comerciales, que hicieron de Valladolid una de las ciudades de mayor impronta peatonal de la península.

Ya en 1984 su planificación urbana impulsaba la “reorganización del sistema viario para un tráfico tolerable desde el punto de vista ecológico y social”, recomendando crear “calles exclusivamente peatonales, o con posibilidad de coexistencia con el automóvil y el transporte público, sin diferencia de superficies para distintos tráficos”. A partir de entonces se sucedieron los distintos avances en recuperación del espacio que se disfrutan en la actualidad.

Paseo Zorrilla

Dos de las actuaciones estratégicas más importantes se registraron en dos puntos sensibles: los entornos fluviales y el Paseo Zorrilla, que conecta el centro urbano con el suroeste y es la principal vía urbana, siempre activa y bulliciosa, por lo que se mejoraron los itinerarios peatonales y las condiciones de accesibilidad y seguridad vial. La adecuación de los márgenes de los ríos Pisuerga y Esgueva, que confluyen en el entorno urbano, fue necesaria para facilitar el uso peatonal y ciclista.

La enorme Plaza Mayor y la de Zorrilla son dos lugares más icónicos de la ciudad. La primera fue evolucionando desde la clásica plaza de corte francés de los años 50 al gran foro de actividad festiva, cultural y urbana que es en la actualidad. De la deliciosa calma decimonónica pasó a un jardín central segregado de la calzada, posteriormente se transforma en una plaza dura gracias a la construcción de un aparcamiento subterráneo para posteriormente ir eliminando los coches, y hace sólo algunos años, el transporte público.

En cuanto a la de Zorrilla, aunque no se peatonalizó totalmente, su remodelación recuperó buena parte del espacio disponible para la ciudadanía. A ello contribuyó también la peatonalización de Recoletos, incorporada de facto al Campo Grande, el pulmón verde urbano flanqueado por la Escuela de Caballería del Ejército y la Estación de ferrocarril.

Los impulsos que recuperaron Valladolid para las personas tuvieron distintas motivaciones, como mejorar entornos de importancia hostelera y comercial, generar espacios de accesibilidad universal o adecuar entornos históricos, que algunas veces coincidían con zonas de elevado interés comercial.

Completar el centro peatonal

Actualmente la ciudad se plantea “coser” de forma peatonal el centro histórico a través de la recuperación para las personas de las calles María de Molina, Menéndez Pelayo y Claudio Moyano, con lo que una importante área comercial e histórica vería potenciados los desplazamientos a pie “además de crear espacios estanciales donde se favorezcan las relaciones entre los habitantes y se mejore su calidad de vida”, en palabras de Gutiérrez Alberca.

“Mejorar el bienestar de residentes y comerciantes, al reducirse el ruido y la contaminación atmosférica e incrementar su volumen de negocio gracias al aumento de uso de la calle; además, mejorará los itinerarios peatonales y la seguridad vial”.

La dimensión peatonalizadora tiene además importantes complementos en la gestión municipal, como la regulación y el control de la distribución urbana de mercancías, de las terrazas de hostelería, y de bicicletas y vehículos de movilidad personal, tres aspectos del uso del epsacio público de la máxima importancia.

Camino escolar

Gutiérrez Alberca se refirió también a varios proyectos de camino escolar en colaboración con la DGT. “Los proyectos de camino escolar sitúan en el centro de la acción pública y del interés social, las necesidades de movilidad de niñas y niños, con el fin de crear unas condiciones adecuadas en sus desplazamientos cotidianos”, proyectos qeue tiene previsto abordar en este mandato “por considerarlos una herramienta estratégica de gran aceptación y cuyos fectos serán sin duda positivos de cara a modificar las pautas de movilidad de la ciudad”.

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